El primer Jumping
Clay de España y único en Canarias está en la zona comercial SOHO Santa
Cruz. En el número 20 de la calle Viera y Clavijo nos encontramos con
este negocio en el que se da rienda suelta a la creatividad y se
desarrolla un concepto importado desde Corea, a través de la realización
de talleres y formación de manualidades en tres dimensiones con su
exclusiva arcilla polimérica.
Lisset Martín, monitora de Jumping Clay, cuenta que “la gente demanda su arcilla porque, a diferencia de otras arcillas poliméricas, no necesitan horno, ya que se secan al aire”. Otras de las características más valoradas de esta pasta inocua son su calidad, limpieza y textura; además de no ser tóxica, tener un efecto relajante al manipularla y estar perfumada con aromas naturales.
Otro de los valores añadidos de Jumping Clay es su proyecto educativo para guarderías y colegios, que persigue varios objetivos pedagógicos como son desarrollar las habilidades motrices de los alumnos y aprender a reconocer diferentes formas, tamaños, los colores y sus mezclas; estimular el talento artístico, la imaginación, la capacidad de observación y de concentración de los alumnos y potenciar la autonomía, la iniciativa personal y la autoconfianza. “Con los centros trabajamos de tres formas diferentes, bien con talleres temáticos, a través de actividades extraescolares o integrados en el desarrollo curricular, adaptándonos a los diferentes niveles académicos”, explica Lisset.
En los talleres de la tienda también se buscan las mismas metas, los más pequeños trabajan con planos bidimensionales y los demás niños elaboran sus creaciones en tres dimensiones. “Me gusta fomentar el orden, la limpieza y el compañerismo pero lo más importante es que los niños se van con un sentimiento de éxito por haber creado algo por sí mismos”, afirma Martín.
Sobre los talleres para mayores, la joven indica que “están divididos en adultos y senior”. “Los primeros suelen hacer lo que ellos quieran después de haber aprendido a trabajar la arcilla, dado que se puede crear todo lo que te imagines; mientras que los segundos también lo toman como un hobbie que contribuye al desarrollo de la memoria y se estimula la relajación física, que a su vez mejora la autoestima, ya que con la edad han perdido habilidades y necesitan sentirse válidos”, declara la formadora.
Los talleres de Jumping Clay también son demandados por profesionales, como es el ejemplo de los reposteros que prefieren esta arcilla antes que el fondant porque no pesa y no se resquebraja. Lisset expone que “hay mucha gente autodidacta en este mundo de las manualidades pero siempre invito a que prueben nuestros cursos, existen técnicas que solo se pueden aprender de otros profesionales". "Además vendemos todo el material para llevar a cabo los cursos y hacemos creaciones por encargo", sentencia.
Lisset Martín, monitora de Jumping Clay, cuenta que “la gente demanda su arcilla porque, a diferencia de otras arcillas poliméricas, no necesitan horno, ya que se secan al aire”. Otras de las características más valoradas de esta pasta inocua son su calidad, limpieza y textura; además de no ser tóxica, tener un efecto relajante al manipularla y estar perfumada con aromas naturales.
Otro de los valores añadidos de Jumping Clay es su proyecto educativo para guarderías y colegios, que persigue varios objetivos pedagógicos como son desarrollar las habilidades motrices de los alumnos y aprender a reconocer diferentes formas, tamaños, los colores y sus mezclas; estimular el talento artístico, la imaginación, la capacidad de observación y de concentración de los alumnos y potenciar la autonomía, la iniciativa personal y la autoconfianza. “Con los centros trabajamos de tres formas diferentes, bien con talleres temáticos, a través de actividades extraescolares o integrados en el desarrollo curricular, adaptándonos a los diferentes niveles académicos”, explica Lisset.
En los talleres de la tienda también se buscan las mismas metas, los más pequeños trabajan con planos bidimensionales y los demás niños elaboran sus creaciones en tres dimensiones. “Me gusta fomentar el orden, la limpieza y el compañerismo pero lo más importante es que los niños se van con un sentimiento de éxito por haber creado algo por sí mismos”, afirma Martín.
Sobre los talleres para mayores, la joven indica que “están divididos en adultos y senior”. “Los primeros suelen hacer lo que ellos quieran después de haber aprendido a trabajar la arcilla, dado que se puede crear todo lo que te imagines; mientras que los segundos también lo toman como un hobbie que contribuye al desarrollo de la memoria y se estimula la relajación física, que a su vez mejora la autoestima, ya que con la edad han perdido habilidades y necesitan sentirse válidos”, declara la formadora.
Los talleres de Jumping Clay también son demandados por profesionales, como es el ejemplo de los reposteros que prefieren esta arcilla antes que el fondant porque no pesa y no se resquebraja. Lisset expone que “hay mucha gente autodidacta en este mundo de las manualidades pero siempre invito a que prueben nuestros cursos, existen técnicas que solo se pueden aprender de otros profesionales". "Además vendemos todo el material para llevar a cabo los cursos y hacemos creaciones por encargo", sentencia.
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